Más allá de la estética, el hogar que te cuida
Un hogar no es simplemente un conjunto de paredes y muebles; es una extensión de nuestra identidad, un entorno que influye profundamente en cómo nos sentimos, pensamos y vivimos. A menudo, se percibe de manera intuitiva la sensación de que un espacio podría «funcionar mejor», pero la búsqueda de herramientas concretas y validadas por la ciencia para transformar esa percepción en una realidad no es tan fácil. Aquí es donde la Neuroarquitectura y las cartografías sensoriales emergen como una práctica que va mucho más allá de las tendencias pasajeras, buscando generar experiencias significativas y de bienestar integral al apelar a todos los sentidos del ser humano.
La comunidad de aprendizaje en interiorismo sensorial
Este enfoque, conocido también como interiorismo sensorial, representa una de las tendencias más interesantes en el diseño contemporáneo. Se trata de diseñar espacios que no solo se miran, sino que se habitan con la totalidad de los sentidos, logrando que el usuario se sienta plenamente presente y conectado con su entorno.

Para explorar esta disciplina de manera rigurosa y práctica, participé en la comunidad de aprendizaje de interiorismo sensorial de Ana Mombiedro. En este espacio, las «cartografías sensoriales» se presentaron como una herramienta para representar la sensorialidad del espacio. Estas cartografías son un método sistemático para analizar cómo nuestro cuerpo traduce las sensaciones del espacio en percepciones y qué impacto tienen en nuestro comportamiento.
En este informe quisiera explicar este proceso de descubrimiento, analizando cada una de las cartografías que realicé, así como el mapa mental de la comunidad para acercar estas nuevas herramientas al público, alineándose con la filosofía de un diseño consciente y centrado en la persona.
La neurociencia detrás del interiorismo sensorial
Para comprender el poder de las cartografías sensoriales, es fundamental abordar el marco científico que las sustenta: la neuroarquitectura. Esta disciplina, que se sitúa en la intersección del diseño y las neurociencias, estudia la relación entre el entorno físico y el cerebro humano. Su principal premisa es que los espacios influyen de manera directa y medible en nuestras emociones, procesos cognitivos y salud general, y que esta influencia puede ser validada con el método científico. El entorno, a través de elementos como la luz, la acústica, los materiales y la distribución espacial, actúa como un agente activo en nuestro bienestar, no solo como un simple contenedor.
El proceso de esta influencia se puede sintetizar en una ecuación sensorial:
estímulo sensorial → percepción → emoción → cognición.
El cuerpo recibe estímulos del espacio (la rugosidad de una superficie, el eco de un pasillo, un olor a limpio), los traduce en percepciones y, de forma subconsciente, estas percepciones generan emociones que, a su vez, impactan en nuestro comportamiento y procesos mentales. Las cartografías sensoriales son el «diccionario gráfico» que permite a los diseñadores y a los propios usuarios mapear esta compleja cadena, facilitando la toma de decisiones de diseño que van más allá de lo puramente estético.
El trabajo de Ana Mombiedro
El desarrollo de esta metodología se apoya en el trabajo de figuras clave que han legitimado la aplicación de la neurociencia al diseño. Por ejemplo, Ana Mombiedro, como neuroarquitecta, estudia cómo trasladar estos conocimientos al proyecto de diseño. Su enfoque fenomenológico se basa en la idea de que la experiencia humana y la percepción son el fundamento para la comprensión y creación de espacios arquitectónicos. Mombiedro busca responder preguntas sobre cómo integrar la neurociencia en la práctica profesional, creando un lenguaje universal que hable de los aspectos intangibles de la experiencia sensorial. Es desde ahí que se ha formado la comunidad de aprendizaje en interiorismo sensorial, en la que participé como alumna. A continuación, presentaré las cuatro cartografías y el mapa mental que realicé como parte del trabajo de esta comunidad.
Cartografía I: el mapa háptico
El sentido del tacto es un componente fundamental de la experiencia espacial, profundamente ligado a la seguridad, la intimidad y el confort. La cartografía háptica es la herramienta que nos permite registrar y analizar las sensaciones que los materiales y las texturas de un espacio evocan en nuestro cuerpo. La práctica del interiorismo sensorial reconoce que la forma en que tocamos y sentimos nuestro entorno es tan importante como la forma en que lo vemos. La elección de materiales como la madera, la piedra natural, el vidrio, las fibras naturales o las telas, genera una red de sensaciones que determinan cómo nos relacionamos con nuestro hogar.

Al mapear un espacio a través del tacto, se invita a una observación consciente. Se explora cómo la suavidad mullida de una alfombra, la rugosidad de la madera irregular del suelo, o la textura lisa y fría de una superficie metálica impactan en el cuerpo. El análisis detallado de los materiales en un entorno personal puede revelar un predominio de texturas cálidas, suaves y naturales, lo que se traduce en una sensación de calidez, seguridad y bienestar. Por el contrario, un espacio dominado por materiales fríos, como el vidrio o el acero, puede generar una percepción de amplitud, orden y modernidad.
Microintervenciones para mejorar el bienestar desde la háptica
- Para el confort y la calidez: Sugerir la incorporación de materiales que transmitan sensaciones de refugio. El uso de textiles acogedores como lino, mantas de lana, o alfombras de pelo largo puede suavizar un espacio. La madera con sus vetas visibles y un tacto suave aporta un sentido de nobleza y un ambiente hogareño.
- Para el orden y la amplitud: Proponer materiales fríos como el vidrio, la cerámica o los porcelanatos en zonas que requieren una sensación de limpieza y claridad.
- Para la inclusión y la seguridad: Conectar el mapeo háptico con la accesibilidad. En un contexto más amplio, los mapas hápticos utilizan relieves y texturas para guiar a personas con discapacidad visual, demostrando cómo el diseño puede ser una herramienta para promover la igualdad y la independencia en el hogar. La incorporación de materiales con distintas texturas o relieves en puntos clave puede ser una forma sutil de señalización sensorial que mejora el desplazamiento en el espacio.
Cartografía II: el mapa visual
El sentido de la vista es a menudo la entrada dominante de estímulos en el diseño de interiores, pero su importancia va más allá de lo que es estéticamente agradable. La cartografía visual se centra en cómo el ojo, en su búsqueda constante de patrones y orden, interactúa con el espacio. Un entorno con excesivos estímulos o sin una jerarquía clara puede generar «ruido visual», una saturación que tensa el sistema nervioso y provoca fatiga. Por el contrario, un espacio visualmente ordenado y con ritmo permite que el cuerpo se relaje y se sienta orientado.
El proceso de mapeo visual implica analizar la luz, la distribución del mobiliario, los recorridos y los colores del espacio. Se examina cómo la iluminación, tanto natural como artificial, cumple una función específica. Por ejemplo, una lámpara en un rincón crea un ambiente íntimo y acogedor, mientras que una iluminación más brillante puede indicar un espacio de actividad y concentración. La presencia de luz en un rincón puede invitar a un usuario a acercarse a él, mientras que una zona en sombra tiende a ser evitada, asociando la luz con la función del espacio.

Microintervenciones para mejorar el bienestar desde la visión
- Crear ritmo visual: Se aconseja alternar espacios llenos y vacíos para dar un «respiro» al ojo. La repetición de materiales, patrones o colores también crea una sensación de orden que ayuda al cerebro a relajarse.
- Abrir recorridos y puntos de pausa: Se sugiere evitar obstáculos visuales, como muebles altos, frente a las entradas de las estancias. En su lugar, se propone colocar elementos que abran la percepción, como un espejo que amplíe el espacio o un cuadro que ofrezca un «punto de pausa» visual.
- El poder del color: La elección de la paleta de colores influye directamente en las emociones. Se ha demostrado que colores fríos como el azul o el verde pueden favorecer la concentración, mientras que los tonos tierra transmiten calma y una conexión con la naturaleza.
Cartografía III: el mapa acústico
El sonido y el silencio son componentes invisibles pero poderosos del diseño de interiores. La cartografía acústica se centra en el impacto de los sonidos en nuestra salud, abordando cómo un entorno ruidoso puede generar estrés y fatiga, mientras que un diseño bien pensado puede favorecer el descanso, la concentración y el bienestar. La meta es encontrar un «equilibrio sensorial» para que el espacio pueda regular los estímulos de manera consciente.

La práctica de mapear los sonidos del hogar permite identificar tanto los ruidos indeseados (el eco en un pasillo, el sonido de la calle, el ruido constante de la cocina) como los sonidos deseables.
Al registrar estos elementos, se revela la «banda sonora» del espacio, lo que permite crear estrategias específicas para mejorar la experiencia auditiva.
Microintervenciones para mejorar el bienestar desde la acústica
- Aislar y absorber: Se recomienda el uso de materiales que absorban el sonido y reduzcan el eco, como alfombras gruesas, cortinas de tela pesada, o paneles acústicos decorativos.
- Introducir sonidos positivos: Se puede crear una banda sonora intencionada para el hogar. La incorporación de sonidos naturales, como el murmullo de una pequeña fuente de interior o una lista de reproducción con música relajante, puede generar un ambiente de calma y bienestar.
Cartografía IV: el mapa olfativo
El sentido del olfato es, para muchos, el más subestimado y «visibilizado» en el diseño de espacios. Sin embargo, su impacto en nuestra experiencia es el más directo y profundo. Esto se debe a que las moléculas volátiles de los olores se inhalan y son procesadas por el sistema límbico del cerebro, la parte que gestiona las emociones y la memoria. Por ello, un aroma puede evocar recuerdos y emociones de manera potente e instantánea, creando una conexión emocional con un lugar a nivel subconsciente.
La cartografía olfativa invita al participante a identificar los aromas clave de su espacio. Este proceso de mapeo permite a los diseñadores crear una «firma olfativa» intencionada para un hogar o un negocio, generando una experiencia memorable para sus habitantes o clientes.

Microintervenciones para mejorar el bienestar desde el olfato
- Crear una firma olfativa: Se puede utilizar una variedad de elementos naturales para definir el aroma de un hogar, como aceites esenciales, plantas aromáticas (romero, tomillo, lavanda), flores frescas (jazmín), o especias (canela, vainilla).
- El impacto de los aromas: Los aromas pueden utilizarse estratégicamente para influir en el estado de ánimo y el comportamiento. Los aromas cítricos, como el limón y la mandarina, son energizantes y revitalizantes; la lavanda y el jazmín tienen efectos calmantes y promueven la relajación; y la menta puede mejorar la concentración y la memoria, siendo ideal para una oficina en casa.
El mapa mental de la comunidad

Más allá de las cartografías individuales, un elemento central de la experiencia en la comunidad de Ana Mombiedro fue la creación de un mapa mental.
Un mapa mental es una representación gráfica que ayuda a organizar información de manera visual y estructurada, estableciendo conexiones entre ideas de forma no lineal. Se caracteriza por el uso de colores, formas e imágenes para sintetizar conceptos de manera eficiente.
Un nuevo lenguaje para habitar
La experiencia en la comunidad de aprendizaje sobre interiorismo sensorial me ha enseñado que el diseño va mucho más allá de lo que vemos. Es un viaje de descubrimiento que nos enseña a «sentir» el espacio y a decodificar el impacto que el entorno tiene en nuestro bienestar. Las cartografías sensoriales —háptica, visual, acústica y olfativa— son herramientas que ofrecen un nuevo lenguaje para describir y entender la relación entre nuestro cuerpo y el hogar.
Mi principal principal aprendizaje es que el interiorismo sensorial no es una moda pasajera, sino una metodología con fundamentos científicos para crear espacios que nos cuiden. Los grandes cambios no siempre requieren de grandes reformas o compras innecesarias, sino de una nueva conciencia sobre la importancia de los estímulos que nos rodean. Al aplicar los principios de las cartografías, es posible hacer pequeños ajustes que reduzcan el estrés, favorezcan la concentración, y mejoren la calidad de vida.
Conoce los resultados de la comunidad de aprendizaje en interiorismo sensorial
Puedes recuperar la presentación de las cartografías sensoriales de la comunidad de aprendizaje en interiorismo sensorial de Ana Mombiedro en vídeo y leer el informe completo aquí:
Gracias por leerme hasta aquí.
Si quieres conocer más el trabajo de Ana Mombiedro, te invito a leer la reseña que escribí sobre su libro «Espacio, cuerpo y mente».
Y si quieres saber más sobre mi trabajo en La Hogarista te invito a entrar en la web.

